La EM puede provocar cambios que afecten a las formas habituales en la que las personas expresan su sexualidad. Todas las personas con EM mantienen la capacidad de dar y recibir amor y placer, aunque, en ocasiones sea necesario resolver los problemas de forma creativa para que algunas personas encuentren modos de expresarse de forma íntima.

Entender cómo los síntomas de la EM pueden afectar a la intimidad y a la sexualidad supone un paso fundamental para superar los obstáculos de forma eficiente. Tanto si a una persona le acaban de diagnosticar EM, como si es discapacitada física, joven, madura, soltera o mantiene una relación larga, la EM no disminuye la necesidad humana universal de dar y recibir amor y placer íntimo.

Una relación sexual se puede ver afectada por los cambios que sufra la pareja, como que una persona se convierta en la cuidadora de la otra. De forma similar, los cambios en la situación laboral o el papel desempeñado dentro del hogar con frecuencia se asocian a ajustes emocionales que, de forma temporal, pueden interferir en la expresión sexual. La tensión de enfrentarse a la EM puede afectar a los esfuerzos de una pareja por comunicarse abiertamente sobre sus respectivas experiencias y el cambio de sus necesidades en cuanto la expresión y la satisfacción sexual.

Cambios sexuales en la EM: frecuencia y características

Se han realizado estudios sobre la prevalencia de los problemas sexuales y de pareja en la EM en varios países. Aunque la función sexual normal cambia a lo largo de la vida, la EM puede afectar a la experiencia sexual de un individuo de varias formas.

Los estudios sobre la prevalencia de los problemas sexuales en la EM indican que entre el 40 y el 80 por ciento de las mujeres y entre el 50 y el 90 por ciento de los hombres tienen problemas o inquietudes sexuales. Los cambios que los hombres indican con más frecuencia son la reducción de la capacidad de conseguir o mantener una erección y la dificultad de alcanzar el orgasmo. Los cambios más frecuentes que las mujeres indican son la pérdida parcial o total de libido (deseo sexual), sequedad/irritación vaginal, reducción del orgasmo y cambios sensoriales incómodos en los genitales.

Las cambios sexuales en la EM pueden calificar de forma más específica como primarios, secundarios o terciarios.

La disfunción sexual primaria se debe a cambios en el sistema nervioso que afectan directamente a la respuesta sexual y/o a los sentimientos sexuales. Las molestias primarias pueden incluir una pérdida total o parcial de la libido, reducción de las sensaciones o sensaciones desagradables en los genitales, disminución de la lubricación vaginal o de la capacidad eréctil y disminución de la frecuencia y/o la intensidad del orgasmo.

La disfunción sexual secundaria está relacionada con cambios físicos relativos a la EM que afectan indirectamente a la respuesta sexual. La disfunción de la vejiga y/o el intestino, fatiga, espasticidad, debilidad muscular, problemas con la atención y la concentración, temblores en las manos y cambios no genitales en la sensación están entre los síntomas más habituales de la EM y pueden provocar una disfunción sexual secundaria.

La disfunción sexual terciaria se deriva de los problemas psicosociales y culturales que pueden interferir en los sentimientos sexuales y la respuesta sexual. La depresión, la ansiedad relacionada con la ejecución, los cambios en los roles familiares, la baja autoestima, la preocupación por la imagen corporal, la pérdida de confianza y las creencias y expectativas interiorizadas sobre la definición de «hombre sexual» o «mujer sexual» en el contexto de una discapacidad, pueden ser expresiones de disfunción sexual terciaria o contribuir a la misma.

El sistema nervioso central y la respuesta sexual

La respuesta sexual está supeditada al sistema nervioso central: el cerebro y la médula espinal. No hay un centro sexual único en el sistema nervioso central. Muchas zonas diferentes del cerebro participan en diversos aspectos de la función sexual, como el deseo sexual, la percepción de los estímulos sexuales y el placer, el movimiento, la sensación, la cognición y la atención.

Los mensajes sexuales se comunican entre varias secciones del cerebro, la columna torácica (superior), lumbar (media) y sacra (inferior) y los genitales durante todo el ciclo de la respuesta sexual. Como la EM puede ocasionar lesiones distribuidas de forma aleatoria a lo largo de esas vías mielinizadas, no resulta sorprendente, que con frecuencia, se indiquen cambios en la función sexual.

La buena noticia es que es posible que haya vías neurológicas que intervengan en aspectos de los sentimientos y la respuesta sexuales que están ampliamente distribuidos y, por lo tanto, no resulten afectadas por las lesiones de la EM.

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