La esclerosis múltiple progresiva (EM) se caracteriza por el avance de los síntomas clínicos independientemente de las recaídas clínicas.

Aún no existe tratamiento para la EM progresiva debido a la dificultad de encontrar un biomarcador específico (un indicador que pueda medirse) de la progresión, y a la dificultad de diseñar un modelo adecuado de ensayo clínico.

De hecho, existen pocos biomarcadores de la EM progresiva que sean sensibles a sufrir cambios a lo largo de los dos años que dura un ensayo clínico. Por estos motivos, los investigadores de todo el mundo buscan nuevos biomarcadores de la enfermedad, que también tengan la capacidad para reconocer la progresión de la EM en un plazo de tiempo razonable (idóneamente dentro de los dos años de un ensayo clínico).

Cambios químicos

La espectroscopia de resonancia magnética es una técnica de imagen por resonancia magnética (IRM) que parece muy prometedora a la hora de alcanzar este objetivo. Es sensible a los cambios químicos del cerebro, que están relacionados con los daños neuronales, y no es invasiva.

Resultan especialmente esperanzadores los resultados de un equipo canadiense que utilizó la espectroscopia de resonancia magnética en pacientes con EM secundaria progresiva.

Analizaron a 47 pacientes al inicio del estudio y anualmente durante un período de dos años. Sus hallazgos mostraron un descenso de dos sustancias en el cerebro a lo largo de los dos años: el glutamato y la glutamina. Esto sugiere lo prometedor de estos nuevos biomarcadores de la progresión de la EM.

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