Al menos el 30 por ciento de los afectados por EM recurrente-remitente no responde bien a tratamientos modificadores de enfermedad de primera línea durante el primer año.

Los motivos más comunes por los cuales los médicos cambian la medicación de un paciente con EM son:

• falta de eficacia o respuesta subóptima
• efectos adversos intolerables producidos por el medicamento
• el desarrollo de anticuerpos neutralizantes que obstaculizan la actividad del medicamento

No existen criterios aceptados que guíen a los médicos a la hora de considerar la posibilidad de cambiar tratamientos modificadores de la enfermedad de primera línea, y tales decisiones normalmente se basan en el criterio individual.

El cambio

Sin embargo, algunos estudios han mostrado beneficios clínicos al cambiar de un tipo de tratamiento modificador de la enfermedad de primera línea a otro, o a tratamientos de segunda línea. En particular, estos estudios sugieren que los pacientes con EM recurrente-remitente que no se benefician del interferón podrían beneficiarse al cambiar al acetato de glatiramero (Copaxone).

El estudio COPTIMIZE evaluó la evolución de la enfermedad en pacientes que habían cambiado al Copaxone desde otro tratamiento modificador de la enfermedad. Este fue un estudio observacional de dos años, llevado a cabo con 672 pacientes de 148 centros en 19 países.

Durante un periodo de dos años, el 72,7 por ciento de los pacientes que se pasaron al Copaxone no sufrieron recaídas, y una gran proporción de los pacientes no experimentaron una progresión de la discapacidad confirmada. Además, los pacientes mejoraron de manera significativa cuando se les evaluó utilizando parámetros como el cansancio, la calidad de vida, la depresión y la cognición.

Los resultados muestran que el hecho de que los pacientes con EM recurrente-remitente cambien al Copaxone (cuando no puede utilizarse el interferón o resulta ser ineficaz), está asociado a resultados positivos en cuanto al tratamiento.

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