El hierro en nuestro organismo lleva a cabo algunas funciones fundamentales, tales como transportar el oxígeno en la sangre. Sin embargo, en determinadas condiciones, demasiado hierro puede hacernos daño.

En cerebros saludables, el hierro se almacena en las células que producen mielina y en las vainas de mielina. Cuando, debido a la EM, estas se destruyen, se libera el hierro; lo que puede llevar a la inflamación.

Se ha constatado que un aumento en los niveles de hierro está asociado a la disminución del volumen cerebral. También puede preceder a la atrofia cerebral, lo que sugiere que está implicado en la neurodegeneración.

Diversos estudios han demostrado que las imágenes por resonancia magnética (IRM) pueden detectar de manera indirecta un nivel elevado de hierro en el cerebro de personas con EM. Sin embargo, el papel del hierro en la progresión de la enfermedad y en el desarrollo de la discapacidad apenas se comprende aún.

Biomarcador

En 2007, unos investigadores de la Universidad de Nueva York fueron los pioneros en utilizar una nueva técnica de IRM para detectar el incremento del hierro en las zonas más profundas del cerebro.

Ese mismo equipo publicó recientemente un estudio con 31 pacientes con EM y 17 voluntarios sanos. Utilizando el nuevo método de IRM, descubrieron niveles elevados de hierro en diversas zonas profundas del cerebro de personas con EM, pero no en los voluntarios.

Esto significa que el hierro podría ser un biomarcador útil, que nos ayude a comprender el proceso inflamatorio en la EM. Además podría ser un marcador valioso de la progresión de la enfermedad.

Sin embargo, el hecho de que exista una determinada acumulación de hierro en zonas específicas del cerebro aún debe ser valorado en un número mayor de pacientes.

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