• Dos estudios de EE. UU. y Australia han demostrado que la exposición solar durante la vida incrementa el riesgo de padecer EM, además de en el desarrollo de la enfermedad
  • Las personas con una mayor exposición al sol fueron menos propensas a la conversión a EM clínicamente definida y tuvieron un menor número de recaídas
  • No se observaron resultados similares en el nivel de vitamina D en sangre y el desarrollo de la EM de una persona
  • Las personas que cambiaron de forma importante sus hábitos en cuanto a la exposición solar durante los cinco años del mismo redujeron las probabilidades de conversión a EM, además de reducir las posibilidades de tener una recaída
  • El estudio de EE. UU. demostró que la exposición solar durante la vida tiene relación con el riesgo de contraer EM en personas de raza negra, blanca e hispana, mientras que los niveles bajos de vitamina D son un factor de riesgo solo para personas de raza blanca
  • Otro estudio reveló que el hecho de vivir en lugares con una mayor exposición al sol antes del inicio de la enfermedad y durante la infancia reduce el riesgo de contraer EM.

Dos estudios de EE. UU. y Australia han demostrado que la exposición solar durante la vida incrementa el riesgo de que una persona padezca EM, además de en el desarrollo de la enfermedad.

Estudios realizados con anterioridad han demostrado que la baja exposición a la luz ultravioleta (UV) del sol y los bajos niveles de vitamina D están relacionados con un mayor riesgo de contraer EM. Sin embargo, no se han realizado muchos estudios que analicen si la exposición solar durante la vida de una persona o la vitamina D afecta a la gravedad o al desarrollo de la EM.

El nuevo estudio australiano, publicado en Frontiers in Neurology, ha respondido a esta pregunta, utilizando la información recopilada como parte del estudio Ausimmune Study. El estudio Ausimmune realizado por varios centros ha investigado los factores ambientales asociados con un primer ataque de síntomas como los de las EM, conocido como un primer evento desmielinizante y más tarde, ha realizado un seguimiento de estos participantes durante muchos años. Este seguimiento más a largo plazo   de los participantes hace que el estudio Ausimmune sea especialmente importante en comparación con otros estudios, que solo comparan los resultados de las personas con EM con las que no viven con EM en un momento en concreto.

El nuevo estudio, dirigido por el profesor Bruce Taylor del Menzies Institute for Medical Research de Hobart, llevó a cabo un seguimiento de 145 personas que habían sufrido un primer evento desmielinizante durante cinco años. A los participantes se les pidió que cumplimentaran cuestionarios sobre las conductas relacionadas con el sol y el tiempo que pasaban en el exterior a diferentes edades, para determinar la exposición solar durante toda la vida. Además, los investigadores midieron la luz UV ambiental en las casas y los puestos de trabajo de los participantes todos los meses para calcular la exposición a la luz ultravioleta. Los niveles de vitamina D en sangre de los participantes se midieron al inicio, a mitad y al finalizar los cinco años del estudio.

Resultados

El estudio llegó a la conclusión de que una mayor exposición solar durante toda la vida reduce la probabilidad de un diagnóstico de conversión a  EM de una persona después del primer evento desmielinizante. Para que se realice un diagnóstico de EM, deben haber ocurrido dos eventos desmielinizantes independientes en el tiempo. Por lo tanto, este estudio demostró que una mayor exposición solar protege a las personas de experimentar un segundo evento desmielinizante durante los siguientes cinco años.

Una mayor exposición a los rayos UV antes de sufrir un primer evento desmielinizante, especialmente durante la infancia y la adolescencia, también reduce el riesgo de recaída durante el periodo de cinco años.
Cuando los investigadores analizaron la exposición a los rayos ultravioleta de todo el grupo después del primer evento desmielinizante, llegaron a la conclusión de que no existía ninguna relación con un menor riesgo de conversión a EM o de una recaída. Sin embargo, la mayoría de participantes experimentó una exposición solar normal durante el estudio.

Un grupo más pequeño de personas que experimentó una exposición solar mucho mayor durante los cinco años posteriores al primer evento desmielinizante evidenció un menor riesgo de conversión a EM, lo que redujo la probabilidad de sufrir una recaída. Lo opuesto también era correcto: aquellos que experimentaron una menor exposición al sol aumentaron las probabilidades conversión a EM y de sufrir una recaída. Este descubrimiento supone que, en algunas personas con EM, la exposición solar puede tener un efecto positivo durante el desarrollo de la enfermedad.

Vitamina D

No se encontró ninguna relación entre el nivel de vitamina D en sangre de una persona con el diagnóstico de conversión a EM o de una recaída durante el período del estudio. Asimismo, las personas que experimentaron cambios importantes en los niveles de vitamina D durante el estudio no sufrieron cambios asociados con riesgo de recaídas o de conversión a EM. Si bien otros estudios han concluido que la vitamina D desempeña una función en el desarrollo de la EM de una persona, este estudio da a entender que la consecuencia principal es la exposición solar y no la vitamina D. Este estudio ha demostrado que ciertas innovaciones para la EM que aumentan de forma segura la exposición a los rayos UV, como la radioterapia UV de banda estrecha, pueden ser más beneficiosas para la EM que la vitamina D por sí sola.

En otro estudio, Kaiser Permanente de Southern California analizó si la exposición al sol durante la vida y la vitamina D alteraban el riesgo de contraer EM en varios grupos raciales. El estudio, publicado en la revista Nutrients, pretendía identificar los efectos de la exposición solar y la vitamina D en cuanto al riesgo de contraer EM teniendo en cuenta ciertas diferencias, como la ascendencia genética.

El estudio llamado «MS Sunshine Study», analizó a personas con EM de origen blanco, negro e hispano y las comparó con personas sin EM. Los investigadores llegaron a la conclusión de que, en las personas de origen blanco o negro, una mayor exposición solar durante la vida reduce el riesgo de contraer EM. En el grupo de personas de origen hispano se observó una tendencia similar. Este resultado no tuvo ningún tipo de relación con el nivel de vitamina D en sangre. Los niveles más altos de vitamina D en sangre se asociaron con un menor riesgo de contraer EM únicamente en personas de origen blanco y no en aquellas de ascendencia negra o hispana.

La ausencia de correlación entre los niveles de vitamina D en sangre y el desarrollo de EM observado en estos estudios respalda la hipótesis de que la luz del sol es capaz de regular el desarrollo de la enfermedad de una forma totalmente independiente de la vitamina D.

Estudio similar

Un tercer estudio, de investigadores de Canadá y los EE. UU. publicado en la revista Neurology, también ha demostrado que la exposición solar en los primeros años de vida puede modificar el riesgo de contraer EM. El estudio comparó la exposición solar durante la vida y de forma temporal (verano) entre personas con y sin EM.  Además, los investigadores intentaron diferenciar con claridad los efectos de la exposición solar, teniendo en cuenta otros factores, como la ascendencia genética, el tabaquismo y los suplementos de vitamina D. La mayoría de las personas que participaron en este estudio eran de origen blanco.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que el hecho de vivir en lugares con mayor exposición al sol antes de la aparición de la enfermedad, en particular entre los 5-15 años previos al inicio de la misma, reducía el riesgo de contraer EM. También llegaron a la conclusión de que la exposición al sol durante la infancia era fundamental; vivir en lugares con mayor exposición al sol y experimentar una alta exposición solar durante el verano entre los 5 y los 15 años se asoció con un menor riesgo de contraer EM en el futuro. A diferencia de los dos estudios realizados con anterioridad, este tercer estudio no midió directamente los niveles de vitamina D de los participantes. Sin embargo, este estudio también apoya la hipótesis de que la exposición solar es un factor de riesgo para contraer EM.

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