• Se cree que la EM se contrae a través de una compleja interacción de factores genéticos y medioambientales.
  • Los científicos han descubierto una nueva forma de estudiar cientos de sustancias químicas medioambientales al mismo tiempo.
  • Después de estudiar 976 sustancias químicas, identificaron dos que posiblemente podrían contribuir a la EM.

La EM es una enfermedad compleja que se manifiesta cuando el sistema inmunológico ataca por error la capa del recubrimiento de mielina protectora de las fibras de los nervios. Se desconoce qué provoca exactamente este proceso autoinmune en cada individuo. Estudios en gemelos idénticos han demostrado que la genética en sí misma no es suficiente para explicarlo. Si un gemelo idéntico tiene EM, el otro gemelo solo tiene una posibilidad entre cuatro de contraer EM, lo que significa que los factores medioambientales deben desempeñar un papel importante.

No obstante, la mayoría de estudios epidemiológicos no ha podido demostrar una sólida vinculación entre las sustancias químicas medioambientales y el desarrollo de la EM, a excepción del tabaquismo. Es muy difícil identificar estos factores de riesgo químicos medioambientales dada la elevada cantidad de sustancias químicas y otros factores a los que estamos expuestos en nuestra vida diaria. Si comprendemos los factores de riesgo de la EM, es posible que podamos prevenirla, además de descubrir mejores formas de tratarla.

Como parte de un estudio financiado por la Alianza Internacional de EM Progresiva, un grupo de científicos que trabajan en el Hospital Brigham and Women’s de Boston, EE. UU., ha descubierto una forma innovadora de estudiar cientos de sustancias químicas para ver si desempeñan una función. Hace poco han publicado sus resultados en la revista científica Cell.

Ensayos en células de peces cebra y ratones

Los investigadores comenzaron con un listado de 976 sustancias químicas facilitadas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, que incluía toda una serie de sustancias químicas que abarcaba desde productos de consumo e industriales hasta aditivos alimentarios.

Utilizando la bioinformática, identificaron un subconjunto de 76 de dichas sustancias químicas que podrían afectar a las señales inmunes del cuerpo. Después, probaron esas 76 sustancias químicas en peces cebra, añadiendo todas esas sustancias químicas al agua de los peces y evaluando los efectos en sus genes inflamatorios. Descubrieron que cinco de los componentes incrementaban la actividad del NOS2A, que es un gen del pez cebra asociado con la inflamación.

Después de reducir el listado a cinco componentes, los investigadores los probaron en células de ratones criados en laboratorio. En particular, probaron los compuestos en las células inmunes del cerebro para comprobar si podrían incrementar la actividad del gen equivalente en los ratones, que se denomina NOS2. Descubrieron que dos de las sustancias químicas, un herbicida conocido como Linuron y una sustancia química utilizada por varias industrias denominada carbamato de metilo incrementaban la actividad del gen NOS2. El carbamato de metilo es una sustancia química utilizada por muchas industrias en polímeros, productos farmacéuticos e insecticidas; en particular se utiliza en la industria textil para hacer que las telas sean más duraderas.

Las dos sustancias químicas potenciaron además otras dos señales importantes del sistema inmune, IL-1b y TNF-a, lo que indica que dichas sustancias químicas podrían crear un entorno en el cerebro que favorezca la enfermedad. Hace poco, el Linuron se ha prohibido en Europa por su riesgo para los mamíferos.

Los investigadores localizaron qué genes de las células cerebrales de los ratones respondían al Linuron. Utilizando la encefalomielitis autoinmune experimental, que es un modelo de ratón diseñado que busca estimular la biología de la EM, descubrieron que si se bloqueaban los genes que estaban respondiendo al Linuron, se evitaba la activación de las células. Por último, a fin de garantizar que esto resultaba relevante para las personas con EM, los científicos examinaron muestras de cerebros con y sin EM y encontraron mayores niveles de actividad genética en respuesta al Linuron, lo que indica que dichos genes contribuyen a la EM y que el Linuron también podría contribuir a la EM.

Los científicos señalan que sería necesario llevar a cabo más estudios para evaluar los efectos del Linuron en el entorno de los seres humanos, para entender si, de hecho, contribuye a la EM.

Este estudio descubrió una nueva forma de estudiar cientos de sustancias químicas medioambientales a la vez, además de crear una vía de ensayo para establecer si podrían estar implicadas en la EM. Ofrece una importante herramienta para el avance de la Alianza Internacional de EM Progresiva. La Alianza Internacional de EM Progresiva es una colaboración de organizaciones de EM, investigadores, médicos, empresas farmacéuticas y personas con EM progresiva, cuyo objetivo es transformar el panorama de personas con formas progresiva de EM.

Agradecimiento a MS Research Australia – proveedor principal de resúmenes de investigación en nuestro sitio web.