Lamentablemente, los ensayos clínicos formales no han logrado mostrar ninguna eficacia de los fármacos para la esclerosis múltiple recurrente remitente en la ralentización de la progresión de la discapacidad, específicamente en personas que padecen esclerosis múltiple secundaria progresiva.

A pesar de ello, muchas personas continúan usando estos medicamentos antiinflamatorios incluso después de la transición a una esclerosis múltiple secundaria progresiva, aunque apenas existe ninguna evidencia sólida de que reporten ningún beneficio.

En un estudio reciente publicado en la revista científica Neurology, un equipo internacional de investigadores ha utilizado una base internacional de datos clínicos observacionales muy potente denominada MSBase para examinar en mayor profundidad, en un contexto real fuera de los ensayos clínicos, si pueden existir pruebas que apoyen la continuación del uso de medicamentos de EM en la esclerosis múltiple secundaria progresiva.

MSBase contiene información clínica detallada sobre diagnósticos, medicamentos y resultados clínicos que abarcan la progresión de la enfermedad en 52.000 personas con EM en más de 50 países.

En este estudio, dirigido por el Dr. Johannes Lorschieder, de la Universidad de Melbourne (Australia), se seleccionaron pacientes de MSBase a los que se les había diagnosticado esclerosis múltiple secundaria progresiva, lo que ascendió a un total de 2.381 personas. De ellas, 1.002 no recibían ningún tratamiento y 1.379 estaban siendo tratadas con algún tipo de fármaco modificador de la enfermedad en la fecha en la que cumplían los criterios de diagnóstico para la esclerosis múltiple secundaria progresiva.

Se realizó una comparación pormenorizada de las personas con respecto al resto de características de la enfermedad. Los investigadores analizaron los datos clínicos de progresión de ambos grupos durante un periodo de seguimiento medio de algo más de dos años para ver si existía alguna diferencia. Detectaron una diferencia mínima en la proporción de pacientes que no experimentaron progresión de la enfermedad entre los dos grupos y el riesgo de progresión de la enfermedad era similar tanto en los que recibieron tratamiento como en los que no. Además, la proporción de pacientes que desarrollaron nuevas lesiones durante el periodo de seguimiento fue también similar en ambos grupos.

Los científicos llegaron a la conclusión de que, a corto plazo, no parece haber ningún beneficio en la continuación de medicamentos para la esclerosis múltiple recurrente remitente tras la transición a esclerosis múltiple secundaria progresiva.

Sin embargo, es importante advertir que este estudio comparaba la ausencia de tratamiento con todos los tipos de terapias modificadoras de la enfermedad juntos. Es necesario realizar una investigación más exhaustiva para identificar si existen tipos específicos de tratamiento, como algunas de las últimas terapias altamente efectivas, que, analizados de forma separada, puedan mostrar algún efecto.

Se tiene muy poco conocimiento de los mecanismos de conversión de esclerosis múltiple recurrente remitente a esclerosis múltiple secundaria progresiva. No está claro si resultan afectadas las mismas partes del sistema inmunitario en los brotes que en la progresión. Los resultados obtenidos en este estudio aportan más evidencias al planteamiento de que los fármacos inmunosupresores, por regla general, no detienen la progresión de la discapacidad, al menos a corto plazo. Se realizó un seguimiento de los participantes de este estudio durante un periodo de tiempo relativamente corto, lo que puede haber ocultado un efecto lento más a largo plazo en la mitigación de la progresión. Algunos estudios anteriores apuntan a que puede existir un «retraso terapéutico» en la esclerosis múltiple secundaria progresiva, ya que el efecto de los medicamentos puede tardar algún tiempo en hacerse patente. Es algo así como tratar de frenar un camión enorme que va a toda velocidad, ¡tardará tiempo en pararse! En algunos estudios se sugiere que es posible que los efectos se hagan notar con un retraso de hasta cinco años. Para ello es muy necesaria la realización de estudios a más largo plazo.

A pesar de estas reservas, el estudio pone de relieve la apremiante necesidad de definir verdaderamente los mecanismos de progresión de la enfermedad y desarrollar nuevos tratamientos destinados específicamente a detener dicho avance. Contribuye a acelerar esta labor el objetivo de recopilación de datos mundiales de las organizaciones de EM que se han unido para formar la Alianza Internacional de EM Progresiva.