El trabajo ofrece muchos beneficios aparte de lo meramente económico, ya que juega un papel importante en la mejora de la calidad de vida. El estar trabajando ofrece oportunidades para mejorar las relaciones sociales y sirve como una gran motivación en la vida: dos de las razones por las que el empleo se encuentra entre los siete principios para mejorar la calidad de vida de la MSIF.

Anteriormente, otros estudios han demostrado que las personas con EM tienen muchas más probabilidades de perder el trabajo que las personas con otras afecciones crónicas, y que el resto de las personas. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que esta diferencia está empezando a disminuir y que la situación laboral de las personas con EM está mejorando.

Un nuevo estudio, llevado a cabo por trabajadores del Instituto Menzies para Investigación Médica, en Australia, ha utilizado datos del Estudio Longitudinal de EM en Australia MS Research Australia para analizar si el uso de terapias modificadoras de la enfermedad influye a la hora de mantener el trabajo en personas con EM. Los resultados, publicados en la revista sobre neurología Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry, indicaron que las personas que recibían terapias modificadoras de la enfermedad de gran eficacia tenían 2-3 veces más probabilidades de lograr una situación laboral de mayor calidad que aquellas que recibían tratamientos de EM de primera generación de baja eficacia.

El estudio fue dirigido por la Sra. Jing Chen, la Catedrática Adjunta Ingrid van der Mei y otros compañeros del Instituto Menzies. En el estudio participaron 874 personas  que previamente habían formado parte del Estudio Longitudinal de EM en Australia. Este grupo formó parte de una cohorte representativa de personas australianas con EM que participan en encuestas longitudinales de forma regular. En este estudio, a los participantes se les preguntó acerca de las terapias modificadoras de la enfermedad que habían recibido durante los últimos 5 años y sobre los cambios en su situación laboral durante el mismo período.

Las terapias modificadoras de la enfermedad se clasificaron en tres grupos según su eficacia clínica: interferones β y acetato de glatiramer como categoría 1; teriflunomida y dimetilfumarato como categoría 2; y fingolimod, natalizumab, alemtuzumab y mitoxantrona como categoría 3. Los medicamentos de la categoría 3 se consideran más eficaces de acuerdo con los resultados de los ensayos clínicos, que presentaron una importante reducción en las recaídas, lesiones a través de RM y acumulación de discapacidad.

Impacto en la situación laboral

Los resultados indicaron que, aunque muchos participantes no padecieron cambios en su situación laboral correspondiente, aquellos que recibieron las terapias de la categoría 3 (representados principalmente por fingolimod y natalizumab) tuvieron 2,84 veces más probabilidades de obtener una mayor cantidad de trabajo, 3,14 veces más probabilidades de obtener una mayor asistencia laboral y 2,5 veces más probabilidades de obtener una mejor productividad laboral, en comparación con aquellos que utilizaron interferones β y acetato de glatiramer.

Cabe señalar que estos resultados se dieron en grupos de personas que recibían terapias modificadoras de la enfermedad, a diferencia de casos individuales de personas que recibieron terapias modificadoras de la enfermedad. Muchas personas respondieron satisfactoriamente a las terapias que se han establecido aquí como de ‘menor eficacia’, lo que demuestra el hecho de que la EM puede ser una enfermedad muy diversa y que cada persona con EM puede responder de manera diferente a varios medicamentos. Para cada persona, se deben tener en cuenta muchos factores personales a la hora de elegir un medicamento, por lo que es importante que las personas con EM hablen con un neurólogo sobre el medicamento más adecuado según sus necesidades.

Agradecimiento a MS Research Australia – proveedor principal de resúmenes de investigación en nuestro sitio web.